Muchas personas tienen la mala costumbre de compararse constantemente con los demás. Los logros y fracasos, la apariencia, el carácter, la riqueza económica, los talentos y, en general, toda la vida se pueden comparar. Y no todas las personas que gravitan hacia tal hábito se dan cuenta de que la constante comparación de uno mismo con otra persona casi nunca puede conducir a algo bueno.
En casos extremadamente raros, la tendencia a compararse con otra persona puede producir resultados positivos. Para algunas personas, este hábito es una forma de motivarse para seguir adelante, para desarrollar y lograr algunas metas, para hacer algunos cambios en su vida. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, la relación de uno mismo con otra persona conduce a consecuencias negativas. Además, no siempre se realizan en la medida adecuada.
¿Por qué es mala la comparación? El principal problema con tal hábito es que no puede empujar a una persona a ningún logro, sino que, por el contrario, lo obliga a estancarse en un solo lugar. Cuando una persona se compara con otras personas, la mayoría de las veces enfatiza que la otra persona es exitosa, atractiva y popular, lo cual no se puede decir de sí mismo. Gradualmente, esto puede generar un estrés interno constante, alimentar complejos y miedos inútiles y subestimar en gran medida la autoestima.
El hábito de comparar regularmente sus logros y éxitos con los logros y éxitos de otras personas puede conducir al agotamiento de las fuerzas internas, a una disminución excesiva de la motivación. Los psicólogos están seguros de que la tendencia a compararse con los demás conduce inevitablemente a la regresión, a la falta de autodesarrollo.
Para las personas que son naturalmente ansiosas, impresionables, vulnerables y muy emocionales, un hábito tan malo puede convertirse literalmente en un desastre. Es la tendencia a comparar la que puede constituir la base para el desarrollo de neurosis, trastornos de ansiedad, causar apatía o incluso causar depresión prolongada. Como regla general, es casi imposible salir de esos estados por su cuenta.
También es perjudicial compararse con los demás por el hecho de que tal tendencia dota al crítico interior, que cada uno tiene, de poderes especiales. En el contexto de la comparación constante, la autoacusación, la autoflagelación comienza a desarrollarse. Una persona deja de evaluarse adecuadamente a sí misma, su vida, sus talentos, éxitos, logros. Deja de fijarse metas normales para sí mismo. Con el tiempo, la idea de que una persona merece una vida maravillosa, que quiere y puede desarrollar sus habilidades y construir una carrera normal se elimina de la conciencia. Como regla general, las personas en este estado rechazan la idea de que la vida está organizada de tal manera que alguien siempre estará un paso por encima, un paso por delante. Comienzan a percibir el mundo entero, incluidos ellos mismos, solo bajo una luz lúgubre y lúgubre.
La comparación puede arruinar fácilmente cualquier talento. Un aspirante a artista que tenga un hábito similar puede dejar de dibujar muy rápidamente, comparándose con ilustradores y artistas ya establecidos.
La situación en la que los padres comparan constantemente a su hijo con otra persona, y el niño mismo aparece bajo una luz negativa, puede llevar al hecho de que el niño se vuelva pasivo, retraído. En la edad adulta, dicha persona puede diferir en dependencia, indecisión, incapacidad para defender su opinión. Siempre se volverá hacia otras personas, notará lo que supuestamente hacen mejor. Además, la comparación constante puede fomentar una mayor tendencia a procrastinar en un niño.
Los psicólogos se adhieren a la idea de que la comparación constante de uno mismo con otras personas bloquea la producción de energía interna. Y sin él, es imposible desarrollarse normalmente y tener éxito en la vida. Esta energía generalmente alimenta el interés, el anhelo de cosas nuevas, el deseo de lograr algo. Sin una persona así, la vida se vuelve aburrida, aburrida, gris. Y la persona misma se fortalece al pensar que es un fracaso, no está claro por qué vino a este mundo en absoluto.