Ocurrió que históricamente de generación en generación las personas transmiten parte de su cultura comunicativa y folclórica. Incluso en la antigüedad, los antiguos determinaban el futuro de su herencia o principado por el clima. En el mundo moderno, la superstición y los prejuicios pueden tratarse de diferentes formas. Créalo o no, cada quien decide por sí mismo.
La historia de los miedos supersticiosos tiene sus raíces en el pasado profundo. El origen de algunos de ellos es bastante lógico, pero el origen de otros es a menudo bastante difícil de entender. En nuestro tiempo, en lugar de los antiguos signos desacreditados, están surgiendo rápidamente otros nuevos que son relevantes en este momento.
Los supersticiosos no son solo simples mortales, sino también talentos y genios eminentes. Por ejemplo, N. V. Gogol dejó un testamento en el que describía su propio funeral, porque tenía miedo al sueño letárgico. COMO. Pushkin, a su vez, no sufrió la suerte del ahorcado junto con los decembristas, pues regresó a casa después de que la liebre cruzara dos veces la calle frente a su carruaje.
Cabe señalar que el sexo justo es más susceptible a varios miedos. Tal es la naturaleza de la naturaleza femenina: la sal derramada o un espejo roto evocan una vaga aprensión y miedo al fracaso en el futuro.
Muchas supersticiones acompañan a casi todos los eventos festivos de nuestra vida, desde el Año Nuevo y el cumpleaños hasta la boda y el bautizo del niño. Vale la pena comprender que los signos son peligrosos no porque atraigan desgracias y desgracias, sino porque una persona supersticiosa siempre está a la espera de estos eventos negativos.
Para deshacerse de la percepción negativa de varios signos, debe aprender a mirar las cosas con una perspectiva positiva. Todas las malas supersticiones se pueden interpretar desde el lado positivo:
- Todo lo roto se puede equiparar en un plato, y esto, como sabes, es una suerte.
- Todos los animales y pájaros son nuestros hermanos menores, que no están tramando nada dañino contra nosotros.
- La naturaleza no tiene mal tiempo, ni tiene números, días de la semana ni estaciones.
Todas las personas son igualmente inherentes al deseo de evitar situaciones adversas. Y los letreros populares brindan esa oportunidad. Sin embargo, la indulgencia ciega en la superstición solo puede estropear el estado de ánimo y la percepción de la vida en general. Es importante aprender a mirar el mundo más fácilmente y no dar ninguna importancia tanto a las supersticiones fabulosas como a los presagios omnipresentes.