Los suicidas, por regla general, se toman mucho tiempo para pensar en su decisión, elegir el momento, el lugar y el método de suicidio. También, como dicen, "se suicidan": saldan deudas, escriben testamentos, distribuyen pequeñas cosas. Habiendo notado tal comportamiento, los familiares de un posible suicidio deben consultar a un psiquiatra.
La asistencia psicoterapéutica para los suicidios consta de tres etapas: apoyo en crisis, intervención en crisis y asistencia en rehabilitación social.
En la etapa de apoyo a la crisis, es de suma importancia para el psiquiatra establecer una relación de confianza con el paciente: debe ser escuchado sin críticas ni condenas. A veces es suficiente que una persona suicida simplemente se pronuncie para superar la sensación de completo aislamiento emocional y, por lo tanto, reducir el riesgo de suicidio.
La intervención en crisis incluye identificar los motivos de la pérdida de adaptación social, activar o dar forma a los incentivos del paciente para vivir, búsqueda conjunta de formas alternativas de resolver la situación de crisis.
Si el psiquiatra advierte los resultados de su trabajo: el paciente muestra una tendencia a cambiar su decisión, estos resultados deben consolidarse restaurando las habilidades de adaptación social. Aquí se puede jugar un papel muy importante ayudando al paciente a otras personas que se encuentran en la misma situación que él, o incluso peor. Esto permitirá que el paciente se dé cuenta de su necesidad y llene su vida de un nuevo significado.
Sin embargo, después de la finalización exitosa de la psicoterapia, el paciente debe permanecer en el campo de visión del psiquiatra durante mucho tiempo, para evitar posibles recaídas.