Habiendo experimentado una vez la aceptación en relación con otra persona en mi vida, quiero experimentar estas emociones una y otra vez.
No intentes cambiar al otro
Tratando de cambiar a otra persona, deseando esto, no vivimos aquí y ahora. En esos momentos, vivimos en algún lugar más allá del momento actual, donde no hay una persona viva real a nuestro lado, donde la persona cercana a nosotros no es quien realmente es. Y nunca entraremos en este mundo imaginario, donde es diferente, como lo queremos. Tratando de cambiar al otro, forzamos nuestra cabeza a trabajar, ensuciamos nuestros pensamientos con un sinfín de preguntas: ¿qué, cómo y cuándo debo hacer para cambiarlo?
Vive en el presente
Viviendo el momento, simplemente disfrutamos de la presencia del otro en nuestras vidas. Y en el presente no nos importa en absoluto lo que es. Bueno o malo, cómodo o conflictivo, amistoso o enojado, feliz o triste. Todos estos atributos se vuelven irrelevantes. En el momento presente, mi ser querido y yo, simplemente somos. La quintaesencia de la singularidad.
En el momento presente, aquí y ahora, nuestro ser querido está íntegro, es lo que ha desarrollado en toda su vida y en muchas vidas anteriores a esta. En otro momento, ya será una integridad diferente, porque la vida continúa, una persona cambia y cada momento de su vida le trae algo nuevo. Pero seguirá siendo la misma persona.
Yo y el otro: único y holístico
Sigue siendo él mismo, sigue siendo único. Tiene sus propios pensamientos, con los que podemos estar de acuerdo o en desacuerdo. Tiene su propia energía, con la que puedes entrar en contacto y fusionarte. Tiene un sentido del humor especial y podemos intercambiar bromas, entendiéndonos. Tiene su propia alma, en la que podemos mirar con nuestra alma. Tiene sus propias marcas de nacimiento y podemos compararlas con las nuestras. O simplemente admíralos aquí y ahora.
Acepta y se feliz
Aceptando al otro, no luchamos con nada, no intentamos cambiar nada, dar una valoración, subordinarnos a nuestra voluntad, remodelar. En un estado de aceptación, no tenemos tareas imposibles. Solo estamos mirando. En un estado de aceptación, estamos más en contacto con nuestro ser querido que nunca. Lo vemos como es. Lo vemos con una mirada despejada y cristalina.
El estado de aceptación nos hace felices, realizados y completos, porque en esos momentos el Universo está en contacto con el Universo.