Una personalidad fuerte es, ante todo, individualidad, que se manifiesta en cualquier acción, trabajo o comunicación. Una persona fuerte no tiene miedo de ser diferente a los demás, por el contrario, se esfuerza por expresarse.
Confianza, iniciativa, responsabilidad
Bajo cualquier circunstancia, una personalidad fuerte confía en sí mismo y en su fuerza. Cree que logrará los objetivos establecidos y obtendrá el resultado deseado, mientras evalúa de manera realista sus habilidades. Una persona fuerte está expandiendo constantemente sus capacidades, mejorando constantemente a sí mismo. Una persona débil, por otro lado, no confía en sí misma ni en sus habilidades. Una persona así no siente pasión por nada. Haciendo algo, no se esfuerza por más y permanece en el mismo nivel, degradándose gradualmente.
Una persona fuerte se valora a sí misma y sus habilidades por encima de todo, mientras que una persona débil valora algo fuera de él. Puede ser dinero, posición, conexiones, parientes.
Las personas fuertes no le temen a la incertidumbre en la vida, al contrario, las estimula a aprender y cambiar. La disposición a los constantes cambios internos y externos es la fuente de su confianza interior.
Una persona fuerte está convencida de que todo en su vida depende solo de él. No está tratando de ganarse la aprobación de los demás. Asume toda la responsabilidad por sus acciones. Una persona así no depende de nadie, se considera el dueño de su destino y no exige nada a la gente.
Relaciones con los demás, sentimientos
Una cualidad integral de una persona fuerte es la capacidad de construir relaciones positivas y profundas con las personas. Acepta a los que le rodean como son, sin enseñar ni educar a nadie, sin buscar subyugar o utilizar a nadie. Es muy difícil para las personas débiles entablar relaciones incluso con los más cercanos. No saben cómo recibir de los demás lo que necesitan para satisfacer sus necesidades.
Una persona fuerte comprende que es imposible cambiar a las personas que lo rodean sin comenzar a cambiarse a sí mismo. Es esto, en su opinión, lo que conduce al logro del resultado deseado. Las personas débiles suelen utilizar un número limitado de patrones de comportamiento en la comunicación, por lo que nunca están satisfechas con sus relaciones con los demás.
Las personas fuertes muestran abiertamente sus sentimientos, tanto positivos como negativos. Débil: al tratar de esconderse detrás de una máscara, tienen especial miedo de admitir su propia debilidad. Incluso para ellos mismos, no admiten lo que realmente están experimentando.
Es fácil comunicarse con personas fuertes, porque no sufren complejos y problemas, son alegres y abiertos. Los débiles, por el contrario, siempre necesitan un enfoque especial, hay que adaptarse a ellos.
Una persona fuerte es sensible a sus propios pensamientos y experiencias. Intenta resolver todos los conflictos y contradicciones internas que surgen para sentirse bien. Una personalidad débil deja que todo vaya por sí solo, convirtiéndolos en complejos psicológicos, neurosis, etc.
Una persona fuerte siente periódicamente la necesidad de la soledad sin sentirse sola. Una persona débil está aburrida de sí misma, se esfuerza constantemente por ir entre la multitud, tratando de fusionarse con ella y olvidarse de su vacío interior.
Una persona fuerte siempre es alegre, para él no está relacionado con su situación financiera, asuntos en el trabajo o la opinión de otra persona. Incluso en situaciones difíciles, no pierde la compostura y el optimismo. Las personas fuertes no son susceptibles, no ocultan el resentimiento en sí mismas y responden apropiadamente a la situación.