La veracidad y la honestidad son rasgos de carácter positivos. Sin embargo, hay situaciones en las que su franqueza puede dañarlo tanto a usted como a quienes lo rodean. En tales casos, es mejor no decir la verdad.
Miente al rescate
Una situación común es cuando una persona miente para mostrarse mejor de lo que realmente es. Si esto no causa un daño significativo a nadie, es mejor ocultar la verdad en tales casos. Sin embargo, cuando los intereses de otras personas pueden verse afectados por su engaño deliberado, vale la pena considerarlo antes de mentir.
Sucede que las personas mienten en el trabajo cuando su gerente está interesado en el volumen y el momento del trabajo realizado. Si un empleado dice honestamente que no ha comenzado la tarea que se le asignó en todo el día, esto afectará negativamente su reputación profesional y, en algunos casos, incluso puede llevar a la pérdida de su trabajo.
Está claro que una persona tiene derecho a cometer un error, pero un jefe estricto puede tener su propia opinión sobre este asunto. Por lo tanto, deje que la mentira al empleador permanezca en su conciencia.
Buenas intenciones
Hay momentos en los que decir la verdad puede herir a otra persona. Si al mismo tiempo no se beneficia de su franqueza, no tiene sentido rebelar el alma de su ser querido, amigo o conocido.
A veces ocultan su diagnóstico a una persona gravemente enferma, y él, sin saber que está condenado, sale. Quizás si le hubieran dicho la verdad, la curación no habría sucedido.
Podemos decir que es su deber ocultar las malas noticias a sus seres queridos. Pero recuerde que mientras hace esto, debe controlar la situación. Al ocultar la verdad a su familia, automáticamente asume la responsabilidad de asegurarse de que ocultar la verdad no traiga consecuencias negativas.
Detalles superfluos
Sucede que una persona no miente, pero no dice nada sobre algo. Esto no es malo, nuevamente, siempre que otros no sufran por sus acciones. Por ejemplo, algunas preguntas son ficticias y no es necesario responderlas en detalle.
Además, no hay necesidad de contarles muchas cosas a los niños pequeños y especialmente a las naturalezas impresionables. Probablemente sea mejor si le oculta a su hijo toda la verdad sobre algún incidente terrible que no le concierne directamente.
Cortesía
A veces, la etiqueta simplemente obliga a las personas a mentir. Imagina que viniste de visita y no te gustó absolutamente nada: ni el interior, ni la comida, ni la vestimenta de los dueños, ni el comportamiento de sus hijos.
Cuando los anfitriones te pregunten qué impresiones te dejó esta visita y si te gustó todo, probablemente no digas toda la verdad. Y harás lo correcto. Tu honestidad arruinará el estado de ánimo de las personas que te han invitado amablemente a su casa. Y es poco probable que su crítica sea de utilidad práctica.
O piensa en lo que le pasará a tu entorno si le cuentas a cada persona todos sus defectos en los que piensas de vez en cuando. Puede notar pequeños defectos en el comportamiento o la vestimenta de sus conocidos, pero no hablará de ellos. Y esto es cierto, porque esa verdad generalmente no es necesaria.