Parecería que toda persona debería luchar por la superación personal. Sin embargo, hay casos en los que el deseo de ser el mejor en todo se convierte en autoflagelación.
El término "perfeccionismo", que se deriva de la perfección francesa - perfección, apareció relativamente recientemente, en el siglo XIX. Hoy los psicólogos la operan precisamente en aquellos casos en los que no se trata de un benefactor (el deseo de ser mejor), sino de autoflagelación patológica por cualquier error.
De hecho, este es un problema de personalidad grave, cuando una persona no ve sombras, sino que divide el mundo en blanco y negro: perfecto o nada. Como resultado, los perfeccionistas son más propensos que otros a encontrarse en situaciones estresantes e incluso propensos al suicidio debido a su fracaso. La más mínima crítica, opinión pública que no coincide con el punto de vista de un perfeccionista, se considera un insulto personal.
Los psicólogos tienden a creer que el perfeccionista se suele formar en familias en las que se plantean exigencias muy elevadas desde la primera infancia. En la escuela, ese niño sufre del "síndrome del estudiante excelente". Pero en una edad de transición, puede salirse por completo del control de sus padres o el deseo por el ideal se agravará.
Un perfeccionista adulto tiende a exigir duramente no solo a sí mismo, sino a todos los que lo rodean. Torturará a los miembros de la familia con tedio, y si se ha convertido en jefe, empleados, exigiéndoles la perfección absoluta. Los perfeccionistas rara vez son felices porque no saben cómo disfrutar de las cosas simples.