El hombre no es una máquina sin alma. A menudo experimenta fatiga, miedo, irritación. Todos estos (y muchos más) factores lo ponen nervioso. Esto es bastante comprensible y natural. Sin embargo, no debería estar nervioso. ¿Por qué?
Hay situaciones en las que esto es simplemente muy dañino. Un ejemplo clásico: cuando una mujer embarazada está nerviosa, no solo se perjudica a sí misma, sino también a su hijo por nacer. Después de todo, el feto es muy sensible a cualquier cambio en el trasfondo hormonal del cuerpo de la madre.
Si una persona con problemas cardíacos está nerviosa, simplemente puede terminar con una complicación grave, hasta un ataque cardíaco. Etc. Hay muchos ejemplos en el campo de la medicina.
Pero supongamos que estamos hablando de un hombre perfectamente sano. ¿Puede ponerse nervioso? De nuevo, no merece la pena. Por ejemplo, una persona se dedica a un trabajo responsable que requiere la máxima precisión y concentración. Y estaba muy nervioso, ya sea por problemas con sus superiores, o por problemas puramente familiares, o quizás por alguna otra razón. ¿Cuáles son las consecuencias? La persona está molesta, por lo que su reacción y atención han empeorado. El riesgo de error (cálculo incorrecto, evaluación incorrecta de la situación, toma de decisiones incorrecta), en consecuencia, aumenta muchas veces. Y el costo de ese error puede ser prohibitivo.
Bueno, ¿qué pasa con el lado puramente cotidiano de la vida? Ya en la familia, entre las personas más cercanas, ¿puedes relajarte, dar rienda suelta a las emociones? Y no vale la pena.
El hecho es que una persona nerviosa a veces "electriza" imperceptiblemente a todos los que le rodean. Esto se puede comparar con una infección particularmente contagiosa: un miembro de la familia contrajo el virus de la gripe y pronto toda la familia se enfermó. Una madre nerviosa comienza a "sacudir" a los niños: por qué las lecciones no se hicieron a tiempo, por qué no se limpió la habitación. Además, en un tono irritado y ofensivo que ni siquiera se da cuenta. Los niños (especialmente si están en la adolescencia) pueden contraatacar: dicen, ¡ya están cansados de tus meteduras de pata! Una abuela amorosa se apresura a intervenir en el estallido del conflicto: no molestes a las nietas, crecerán, ¡harán más ejercicio! Y nos vamos. Como resultado, estado de ánimo echado a perder y salud deteriorada. E incluso puede llegar a una llamada de ambulancia.
Así que trata de no ponerte nervioso de todos modos. Domina la técnica de la autohipnosis, aprende a controlarte. Por tu propio bien.