A veces, incluso las personas más activas tienen períodos en sus vidas en los que quieren darse por vencidos. No somos máquinas de movimiento perpetuo y no podemos mantener constantemente un alto nivel de deseo por el trabajo, el estudio e incluso el sexo. A veces, la vida en general es tan agotadora que no hay necesidad de esforzarse por nada. Los psicólogos dicen: a veces es bueno ser vago. Sin embargo, si una falta prolongada de deseo por algo o alguien comienza a molestarlo a usted y a sus seres queridos, debe tomar ciertas medidas.
Instrucciones
Paso 1
Si se siente cansado, tómese un descanso. Tómese un día libre no programado, relaje completamente su cuerpo y alma. Por ejemplo, pasa medio día en un baño de burbujas, o ve a un parque cercano y simplemente deambula solo, sin pensar en nada. El cuerpo te estará agradecido incluso por un día de ayuno tan corto. Si un día no es suficiente, intente tomarse unas cortas vacaciones u organizar un fin de semana para que nadie le moleste. Lleve su desgana a un punto extremo: recuéstese en la cama todo el tiempo, vea películas una tras otra, no responda llamadas. Lo más probable es que esté harto de esa vida en unos pocos días.
Paso 2
Si otra persona depende de su falta de voluntad, y esto sucede a menudo cuando uno de los cónyuges está decepcionado de la vida íntima, comuníquese con un especialista. Un psicólogo familiar te asesorará, ya sea solo o junto a tu cónyuge. Juntos, llegarán al fondo de las razones de la falta de deseo e identificarán los pasos para corregir la situación. No dude en probar diferentes remedios, desde medicamentos hasta entrenamiento psicológico. Y recuerde que "las razones físicas son las principales muy raramente, en no más del 7-10% de los casos", dice el sexólogo Boris Yegorov. "Todas las demás dificultades son de naturaleza psicológica".
Paso 3
En el caso de que no desee hacer algunas cosas familiares, ¡intente abordar lo inusual! El gusto por la vida se recupera mejor con una fuerte descarga de adrenalina en el torrente sanguíneo. Incluso si no eres fanático de un estilo de vida activo, anímate a hacer una pequeña hazaña. Salta en paracaídas, súbete a esquís de montaña, ve con una compañía al aeropuerto por la noche para ver el despegue de los aviones, o mira el amanecer junto al estanque … Sorprendentemente, incluso acciones tan aparentemente simples inician un programa de interés en el mundo alrededor del cuerpo. Si el deporte es su elemento nativo, intente lo contrario. Un viaje al teatro, a una exposición e incluso una cita a ciegas: todo lo que te hará despegar y devolver el deseo de vivir.