Cada persona necesita su propio espacio personal. Se trata de un área o lugar, habitación o silla determinados donde puede relajarse después de un arduo día de trabajo. Cuando una persona está en su área privada, tiene la oportunidad de relajarse, calmarse o relajarse psicológicamente.
Algunas personas solo necesitan espacio personal, otras no le dan mucha importancia a su presencia. Los límites de este territorio los determina el propio propietario. Si alguien viola el espacio de otra persona, esta acción puede considerarse una falta de respeto y tacto. Y tal reacción es bastante comprensible, porque el propietario percibe la zona privada como parte de sí mismo, lo que significa que solo los más cercanos tienen acceso a ella.
Se cree que el espacio personal de una persona comienza en 0,5 metros, este es el llamado borde íntimo. Si alguien se acerca a esta distancia y más, el propietario del "territorio" se siente incómodo, ya que esto solo está permitido para familiares y personas cercanas.
Los científicos han descubierto que la frecuencia de violación de los límites del espacio privado de una persona afecta incluso la duración de su vida. Cuando alguien está en contacto con otros tan cercanos en contra de su voluntad, se siente incómodo, puede desarrollar una neurosis. Y las neurosis afectan negativamente la salud.
Por supuesto, hay personas que son amables y sociables por naturaleza. No respetan los límites personales incluso con aquellos que conocen muy poco. Es absolutamente normal que esas personas se abrazen cuando se encuentran, besan o tocan a otros. Quizás esas personas simplemente no conocen el espacio personal, ya que crecieron, por ejemplo, en una familia numerosa. Pero no todos perciben ese comportamiento de manera positiva, y la reacción a la comunicación con ellos, incluso si son sinceros y altruistas por naturaleza, será negativa.
A menudo, dentro de la familia es costumbre mantener la distancia con respecto al espacio personal, y esto es absolutamente normal. Cada persona necesita a veces retirarse en su nido. Por lo tanto, tanto en la familia como en el trabajo, y más aún en la calle con extraños, debe tener tacto y no ser intrusivo. Este comportamiento predispondrá más al interlocutor a comunicarse. Respetando el espacio personal del vecino, una reacción similar vendrá en respuesta. Y, por supuesto, todo debe estar dentro de límites razonables para que la observancia del espacio privado no se convierta en insociabilidad y alienación.