Cuando otros son responsables de ti y de tus sentimientos: mamá, papá, esposo, amigos, vecino de arriba, circunstancias, clima, no tienes otra opción. Vives como los demás quieren. Y es bueno cuando tus preferencias y deseos de vida coinciden con los de ellos: un vecino comienza a perforar cuando ya estás despierto, el clima siempre es soleado, cuando sales a la calle, tu esposo se comporta de acuerdo con tus ideas sin recordatorios innecesarios. ¿Pero si no?
Nos enojaremos, histéricos, exigiremos que sea nuestro camino. Y este es el mejor caso. En el peor de los casos, estaremos en silencio, porque …
- es una pena pedir algo y exigir;
- ofenderá a otros;
- no puedes ser un advenedizo;
- lo que dirá la gente;
- si hablo de mis reclamos, seré rechazado;
- Tengo que ser bueno
La lista es interminable por qué la gente prefiere estar en silencio y concentrarse en sus emociones y pensamientos. Y este silencio no se desperdicia. Como dijo el abuelo Freud: “Desafortunadamente, las emociones reprimidas no mueren. Fueron silenciados. Y siguen influyendo en una persona desde dentro”. Y de ahí las neurosis.
El asunto se complica por el hecho de que una persona no siempre es consciente de sus sentimientos y emociones. Puede que no sea consciente de algunos de mis sentimientos, será difícil para mí físicamente y no entenderé de qué, refiriéndome al clima o al salto de presión. Así funciona la defensa psicológica formada hace mucho tiempo.
Por ejemplo, un niño en la primera infancia le pidió a un padre que lo abrazara, pero el padre estaba de mal humor y se negó con dureza. ¿Qué experimentó el bebé en ese momento? Rechazo, humillación, vergüenza, desconcierto. Este episodio, repetido un par de veces más, traumatiza para siempre la psique del niño. La psique es algo muy inteligente. Para que el niño nunca más vuelva a experimentar estos sentimientos desagradables, nunca pedirá cuidados y cariño y evitará de todas las formas posibles los sentimientos que lo traumatizaron. Y si los experimenta, es poco probable que se dé cuenta.
El caso en sí se olvidará, se borrará de la memoria, pero la protección ya se activará automáticamente. En su subcorteza está escrito: No soy digno, seré rechazado, es mejor no pedir nada, la vergüenza es muy dolorosa, desagradable, no quiero volver a experimentarla.
Para compensar la falta de calidez humana, como opción, simplemente devaluará a todos, los hará indignos de su atención o malvados en su imaginación, y evitará el contacto. Y por dentro, ese niño muy ofendido llorará toda su vida.
Eso es todo. Cómo se forma la neurosis. La neurosis es siempre un conflicto intrapersonal, una colisión inconsciente de dos motivos principales. Su lucha genera tensión, que a su vez crece y busca cualquier salida a través de la psique y el cuerpo, neurotizando a la persona (ataques de pánico, TOC, ansiedad, enfermedad).
Volvamos al chico. En su nivel consciente, rechaza a todas las personas porque son malvadas y malas. En el inconsciente, realmente quiere amor y aceptación, pero tiene miedo de pedirlo. El miedo a ser rechazado vuelve a ser demasiado fuerte (la necesidad de amor y aceptación es una de las necesidades básicas de una persona).
La lucha está en pleno apogeo. Y este niño ya tiene más de 30 años, se siente solo, sufre ataques de pánico, VSD, TOC o algún otro "escape" de su conflicto interno y no comprende en absoluto lo que está pasando. Acude al médico, bebe tranquilizantes, ve peligro en todas partes y teme a la muerte.