El silencio y la paciencia no son la mejor salida cuando una persona está bajo presión emocional. De hecho, en cualquier momento, la tensión puede resultar en una agresión abierta, y junto a ella no estará el culpable del conflicto, sino un transeúnte ordinario o un ser querido.
El mal genio se considera un rasgo de carácter negativo. Sin embargo, en realidad, resulta que las personas en conflicto tienen una gran paciencia, reprimiendo constantemente su agresión. En un primer momento, una persona intenta no notar o niega el malestar que le causan los demás. Sin embargo, tarde o temprano, un umbral de paciencia tan alto le hará una broma cruel a su dueño, y en algún momento saldrá toda la ira.
Esto sucede con mayor frecuencia cuando tenemos miedo de delinear nuestra zona de confort cuando nos comunicamos con personas desconocidas. Nos parece que ofenderemos a una persona y pensará mal de nosotros. Aún más desagradable es la constante tardanza de los amigos. Sin embargo, incluso en este caso, no queremos ofender a nuestros seres queridos y decidimos guardar silencio. Por miedo a sentirnos incómodos, muchas veces podemos quedarnos callados en la tienda cuando nos cuelgan no lo que pedimos, o en la peluquería cuando el maestro nos corta demasiado el pelo.
En cada una de estas situaciones, la tensión crece dentro de una persona. Debido a la buena crianza de los hijos, muchos creen que estar enojado es malo y cuidar a sus seres queridos es más importante que cuidarse a sí mismo. Sin embargo, es precisamente esta posición la que en última instancia puede conducir a una agresión abierta. Después de tal arrebato de ira, una persona comienza a ser acusada de conflicto e irascibilidad, que debe ser contenida. Y esto conduce a un círculo vicioso en la lucha con sus propias emociones.
¿Necesitan las personas de mal genio ser menos pacientes?
Reducir su umbral de paciencia será uno de los pasos más efectivos hacia una vida normal. Basta con aprender a reconocer las situaciones que causan malestar antes de que lleven a un estrés severo. Finalmente, tendrá que decidir que sus propios sentimientos son más importantes que lo que los demás piensan de usted.
Si un compañero de trabajo o un amigo interrumpe su cómoda distancia, es mejor hacerle saber de inmediato que no se siente cómodo con esto porque no puede concentrarse en la conversación. Si un amigo llega constantemente tarde, entonces es suficiente informarle que no tiene tiempo para una espera vacía, y si no aparece dentro de media hora, cancela la reunión.
Otras personas probarán constantemente los límites de lo que está permitido y pondrán a prueba su paciencia si no les ha indicado de antemano lo que no está contento. Expresar lo que no encaja bien en tu cara puede dar miedo, especialmente cuando te acusan de ser egoísta. Sin embargo, habiendo mostrado paciencia en uno, ya te resultará difícil reprimirte en otro, y terminarás siendo una persona agresiva y enojada que silenciosamente acumuló resentimiento en ti mismo.
Al explicar su posición a los demás, simplificará enormemente el proceso de interacción con ellos, ya que cada conversación ya no será percibida por ambos lados como un campo minado, donde su paciencia es el freno de la granada. Recuerda que la tensión tiende a acumularse, y en el momento de la última gota, un amigo cercano o alguna persona al azar puede estar cerca que no merece la ira que se ha acumulado en ti todo el día.