¿Es la culpa la voz de nuestra conciencia? Sí, probablemente puedas decirlo. La conciencia no es inherente a una persona desde que nace, se educa. Y cuanto más la conciencia surge y se fortalece en una persona, más agudamente siente su culpa, incluso por aquello de lo que, de hecho, no es culpable, pero por lo que podría oponerse.
La conciencia es la base de la existencia humana en sociedad. Pero, ¿qué explica la connotación negativa que muchas personas dan a los sentimientos de culpa? Al parecer, en la sabiduría convencional se confunden dos conceptos: la culpa como voz de la conciencia y la culpa neurótica, imaginaria, cuya redención es imposible, pero que, sin embargo, atormenta a la persona y la obliga a realizar acciones que van más allá de la norma. Como muchas esferas de la psique humana: el amor, el patriotismo, la creatividad, la conciencia y, en consecuencia, el sentimiento de culpa puede existir tanto en una forma armoniosa, en toda regla y en una forma patológica pervertida. Y en el último caso, la culpa, como regla, resulta no derivar de la violación de una persona de sus propios estándares morales, sino impuesta desde el exterior, por una educación incorrecta, una opinión pública históricamente formada, una ideología errónea.
La "pecaminosidad" de cualquier persona, predicada por prácticamente todas las religiones, debe atribuirse a la forma neurótica del sentimiento de culpa. A pesar de los rituales desarrollados y la superación moral, para muchas personas religiosas, por diversas razones, el deseo de salvación personal se hipertrofia y, por lo tanto, los ayunos prolongados, el uso de cadenas, la autoflagelación e incluso la autoinmolación se utilizan para expiar los pecados. El sentimiento de culpa que adquiere un niño que fue sometido a un castigo físico (“si me golpean, entonces soy malo”) puede luego encontrar expresión en la agresión, en la conducta antisocial. Las víctimas de violencia sexual en muchas sociedades, en lugar de evocar simpatía, suelen incurrir en acusaciones de lo sucedido (“es mi culpa”), y un boicot social, la “vergüenza” puede llevar a la víctima al suicidio.
Todos los casos en los que los sentimientos de culpa son de naturaleza neurótica requieren el trabajo de un psicoterapeuta. Si la culpa por los actos cometidos fomenta la responsabilidad en una persona, la anima a no cometer tales actos en el futuro, entonces podemos hablar de una persona sana y madura que tiene una moralidad genuina y es capaz de funcionar eficazmente por el bien de la sociedad.