"No renuncies a tu billetera y prisión", dice la sabiduría popular. Una persona que ha estado en lugares no tan lejanos nunca volverá a ser la misma. El ambiente de la prisión deja cierta huella en la personalidad de todos sus habitantes.
¿Cómo cambia una prisión a un preso?
Estar en prisión cambia radicalmente la psicología, el carácter y la visión del mundo de una persona. Estos cambios a menudo no son para mejor, incluso si la persona se vuelve moralmente más fuerte. El confinamiento solitario puede, en general, ser una locura. Después de cinco años de prisión, se producen cambios irreversibles en la psique, se pierde la individualidad de la personalidad, la persona toma las actitudes de la prisión por las suyas, y estas actitudes se sientan muy apretadas.
La mayoría de los infractores reincidentes tienen la necesidad inconsciente de ser atrapados para poder volver a la cárcel. En la naturaleza, es inusual para ellos, cambiante, no está claro cómo comportarse y hacia dónde seguir. Quizás en la prisión se ganó cierto estatus y autoridad, lo que se dio con dificultad. En libertad, este estatus no significa nada, la sociedad impone el estigma de un ex convicto. Exteriormente, las personas que han estado en prisión también cambian: a menudo tienen una mirada fría y espinosa, muchos regresan con los dientes rotos y los órganos internos rotos.
Cambios psicológicos en el personal penitenciario
Los trabajadores penitenciarios también sufren deformidades mentales. Es de destacar el famoso Experimento de la prisión de Stanford, que fue realizado por psicólogos estadounidenses en los años setenta del siglo pasado. En una prisión condicional, que se instaló en el pasillo de la universidad, los voluntarios desempeñaron el papel de prisioneros y guardianes. Rápidamente comprendieron sus roles, y ya en el segundo día del experimento, comenzaron peligrosos conflictos entre los prisioneros y los guardias. Un tercio de los guardias mostró tendencias sádicas. Debido al impacto más fuerte, dos prisioneros tuvieron que ser retirados del experimento antes de tiempo; muchos desarrollaron angustia emocional. El experimento se terminó antes de tiempo. Este experimento demostró que la situación afecta a una persona mucho más que sus actitudes personales y su educación.
Los guardias de la prisión rápidamente se vuelven groseros, duros, autoritarios, mientras que al mismo tiempo experimentan un tremendo estrés psicológico y nervioso.
Los trabajadores penitenciarios suelen adoptar hábitos de recluso: jerga, preferencias musicales. Pierden la iniciativa, pierden la capacidad de empatizar, aumentan la irritabilidad, el conflicto, la insensibilidad. La forma extrema de tal deformación mental es el asalto, los insultos, la rudeza, el sadismo de los carceleros.