Todos los niños hacen preguntas sobre qué es la muerte. La única diferencia está en la edad a la que el niño comienza a interesarse por este tema. Algunos padres tratan de reírse, otros tratan de calmarlos, la tercera categoría de adultos comienza a contar demasiada información.
Instrucciones
Paso 1
Lo principal que todos los padres deben comprender es que la pregunta del niño sobre la muerte es inevitable, por lo que vale la pena pensar en su comportamiento y responder con anticipación. Si el interés en este tema surgió a una edad temprana, existen ciertas razones para esto, que no será superfluo averiguarlo. Es probable que el niño simplemente haya escuchado la incomprensible palabra "muerte" o haya visto un animal muerto.
Paso 2
Si siente que el niño le tiene miedo a la muerte, en ningún caso debe tranquilizarlo con las frases "nunca moriré", "yo nunca moriré" y comentarios similares. Trate de explicar que la vida y la muerte son procesos naturales. Una persona nace, vive, envejece y muere. Crea una leyenda de que después de la muerte, las personas se convierten en animales, insectos y permanecen cerca de sus seres queridos.
Paso 3
No te quedes callado. Muchos padres creen que los niños no necesitan información sobre la muerte hasta cierta edad. Esta opinión es incorrecta. Cuanto antes empiece a comprender el niño temas serios, más fácil le resultará adaptarse a los acontecimientos que se están produciendo.
Paso 4
No intente explicar el tema de la muerte a su hijo con demasiados detalles. No es necesario hablar de ceremonias fúnebres, cementerios u otras sutilezas. Baste brevemente, pero comprensiblemente, para explicar las causas de la muerte: vejez, enfermedad, accidente. El exceso de información puede no calmar al niño, pero asustarlo aún más.
Paso 5
Los pensamientos de muerte en los niños pueden provocar trastornos mentales graves. Los niños comienzan a tener miedo de estar solos, de dormir en la oscuridad e incluso de horrorizarse ante el menor susurro de la noche. Para evitar esto, siempre tenga interés en las preguntas del niño y hable más sobre sus preocupaciones. Durante la conversación, no muestre sus emociones, no llore, pero mantenga un tono tranquilo.