El fenómeno de la indefensión aprendida se establece en la primera infancia, cuando un niño se da cuenta de que no puede controlar el resultado de un evento. No importa lo difícil que haga el niño, la situación sigue siendo incontrolable.
La indefensión aprendida es mucho más fácil de prevenir en la niñez que cosechar sus beneficios en la vejez. En consecuencia, el trabajo de los padres también es importante.
A menudo, el niño tiene miedo al fracaso, ya que ya ha pasado por una amarga experiencia personal en esta situación. Sin embargo, esta no es una razón para deprimirse. Lo primero que debe hacerse es explicarle al niño sobre la existencia de victorias y derrotas en la vida. Enséñele a su hijo a resaltar objetivamente las cualidades positivas que se pueden aprender del fracaso.
La impotencia personal del niño suele ir acompañada de rasgos de personalidad como el aislamiento, la timidez y la timidez. En ningún caso, no limite al niño en la comunicación, incluso si está experimentando dificultades en esto. Solo la experiencia del paso repetido de la misma situación puede conducir a resultados positivos. El niño comprenderá que no hay nada que temer.
Enséñele a su hijo a comunicarse sin conflictos con sus compañeros. Esto le ayudará a analizar de forma eficaz la raíz del problema y encontrar soluciones óptimas. Juega algunas situaciones conflictivas en tu familia. Habiéndolos conocido en la vida, el niño se sentirá mucho más seguro.