No hay una sola persona que no enfrente problemas en su vida. A veces no son tantos, pero no pueden causar menos dificultades que su número, que es habitual caracterizar: se vierten como una cornucopia. Pero nunca debes rendirte si no quieres existir, sino vivir una vida plena.
Instrucciones
Paso 1
Decide qué es lo que realmente te impide vivir. Para que sea más fácil de entender, escriba todos los problemas en una hoja de papel. Distribuirlos según su importancia. Comience con los que deben abordarse primero. Para un proceso efectivo de lidiar con los problemas, es mejor comenzar con los que más oscurecen la vida.
Paso 2
Cuéntele a alguien sobre sus dificultades. Una perspectiva externa le ayudará a ver el camino que le permitirá afrontar el problema. En general, en situaciones difíciles, trate de mirar todo con desapego. Imagina que han pasado varios años. Muchos problemas pasarán inmediatamente a un segundo plano.
Paso 3
No quiero compartir con nadie, hable. Incluso diciendo el problema en voz alta, automáticamente comienza a buscar formas de salir de la crisis y, por regla general, la encuentra. Cuando se habla de lo que interfiere con la vida normal, involuntariamente trata de encontrar las razones que dieron lugar a esto, al tiempo que recuerda todo lo que puede solucionar los problemas que han surgido.
Paso 4
Utilice todo el conocimiento que tenga. La experiencia de otra persona también puede ayudarte a encontrar el camino que te llevará a la victoria. En general, ni siquiera vale la pena pensar en la mayoría de los problemas. La mayoría de ellos surgen generalmente de una relación personal, no de razones objetivas.
Paso 5
Deja el pasado en el pasado. Lo que pasó se fue. No pierdas el tiempo en agravios y reclamos a los que allí se quedaron más allá del horizonte. Vive aquí, hoy y ahora. Valora tu tiempo y tu vida. Al obsesionarse con el resentimiento, pierde la oportunidad de vivir una vida feliz y plena, mientras su abusador se ocupa tranquilamente de sus asuntos. La vida es justa, así que no te preocupes, todos serán recompensados según sus merecimientos. Por tanto, aquí es igualmente oportuno recordar el mandamiento: "No juzguéis, pero no seréis juzgados".