El silencio de la mente se considera el resultado principal en muchas prácticas espirituales. Hay varias formas de calmar nuestra mente.
Por lo general, nuestra mente está llena de muchos pensamientos y sentimientos. Si nos observamos un rato, notaremos que constantemente tenemos algunos pensamientos que no nos dejan ir ni un segundo.
Estos pueden ser fragmentos de frases o melodías escuchadas anteriormente, una conversación mental con alguien sobre varios temas, nuestros miedos, preocupaciones por el futuro y otros pensamientos. Nuestra mente está constantemente moliendo una gran cantidad de información. Este es su negocio habitual.
El místico indio Osho Rajneesh llamó a la mente un mono loco, otros investigadores la llaman máquina. Una comparación muy acertada. Recogemos un pensamiento sin llevarlo a su conclusión lógica, cambiamos a otro y así sucesivamente.
El psicofisiólogo A. V. Klyuev cree que nuestra mente muele una gran cantidad de pensamientos con el único propósito de nutrir nuestros pensamientos con energía. Prestamos atención a los pensamientos y, así, les damos alimento. Es cierto que este proceso no nos aporta ningún beneficio. Simplemente desperdiciamos nuestra energía en pensamientos innecesarios y, a veces, incluso dañinos.
El hecho de que nuestros pensamientos sean en la mayoría de los casos innecesarios no requiere prueba. Basta con observarse honestamente a sí mismo durante un tiempo.
Uno de los principales consejos dados por A. V. Klyuev no debe prestar atención a nuestros pensamientos, solo ignorarlos. De esta manera, uno puede calmar la mente y, con la práctica adecuada, detener el constante parpadeo de pensamientos.
Lo mejor es ignorar los pensamientos de forma lúdica, observándolos y al mismo tiempo no dejar que nos involucren en la interacción con ellos. Por lo general, esto lleva un tiempo. Observamos un pensamiento, otro, mantenemos un estado de conciencia, pero algún pensamiento definitivamente nos cautivará y nos encontraremos en un diálogo con él. En este caso, solo necesita comenzar de nuevo. Con un poco de práctica, los momentos en los que no estamos en diálogo con los pensamientos aumentarán y nuestra mente se calmará.