La generosidad es una manifestación de la grandeza de un Alma, un Alma capaz de contener mucho. ¿Por qué esforzarse por ser generoso? Entonces, que este es el propósito de nuestra existencia: encontrar armonía y belleza dentro de nosotros mismos. Solo así podremos construir el Paraíso en la tierra durante nuestra vida. Para ti y los demás. Empezando por ti mismo.
Para volverse generoso, es importante aprender a tener compasión. A través del conocimiento de nuestro propio sufrimiento, aprendemos la compasión. No hay otra manera. La compasión aumenta nuestra sensibilidad, refina nuestras emociones. El sufrimiento personal conduce a la experiencia del perdón.
El perdón es la prueba más difícil. El dolor, el resentimiento, la culpa, la ira y el miedo son los principales oponentes del perdón. Todo puede ser perdonado, pero requiere una comprensión de lo que sucedió. Lo más fácil es sentarse en la oscuridad, deleitándose con el dolor. Sube y comienza a vadear en la oscuridad con una antorcha en alto en tus manos. Lo que sucede no solo está sucediendo, hay un significado detrás de todo lo que sucede. Solo necesitas notarlo.
Para volverse magnánimo, hay que recordar. La memoria de las crónicas familiares es necesaria para ver la conexión entre las causas y los efectos de los eventos y adquirir sabiduría.
Para ser generoso hay que aprender a sacrificarse: los propios intereses, el bienestar, el orgullo … Percibir el sacrificio como un proceso que beneficia a los demás y no daña a uno mismo. Esta actitud hacia las acciones será una base sólida para la generosidad. Recuerde: cuanto más damos, más nos regresa.
Servir al prójimo es la mayor hazaña de estudiarse a uno mismo.
La generosidad es imposible sin la conciencia de tu Alma, sin el verdadero amor por ti mismo como algo más grande que un ser biológico.