La traición es una de las cosas más difíciles de perdonar. Especialmente si lo hacen familiares. Como dice el refrán, quien traicionó una vez, traicionó dos veces. Vengarse de esas personas no vale la pena, se castigan a sí mismos, pero también confían.
No debes confiar en una persona que ya te ha traicionado una vez. Si lo hizo, significa que lo quería, así que le convenía. A veces sucede que después de un tiempo, la vida te enfrenta a traidores. Una lección que debemos aprender aquí es comprender que las personas no cambian. No debes comunicar el mal con una persona así, y más aún para vengarte. Mantenlo a distancia. No crea en el remordimiento y las renovadas amistades que ofrece.
Lo más doloroso es cuando personas cercanas resultan ser traidoras. Aquellos de los que no esperas una mala pasada. Hay una sensación de engaño y vacío. El hombre es un ser débil, y bajo la influencia de los sentimientos y los instintos, en determinadas situaciones de la vida, comienza a salvarse a sí mismo. El autosacrificio es inherente a pocas personas.
La tendencia a la traición, como otros vicios, "apesta", lo haces una vez, y luego repites muchas veces, en los primeros altibajos de la vida. Estas personas son inherentemente débiles. Tienen miedo a la responsabilidad, a las dificultades, quieren evitarlas. Cuando pasa la crisis, regresan y comienzan a “arrepentirse”.
Sin embargo, incluso esas personas merecen ser perdonadas. Porque todos cometemos errores, pero el tema de la confianza está claro aquí.