Solo aquellos que se perciben a sí mismos como parte del todo pueden amar a todas las personas. En el camino hacia esto se encuentra el ego, nacido para identificarnos del mundo exterior. Vale la pena superar el egoísmo, aceptarse a sí mismo como es, y comenzará un proceso asombroso para expandir el mundo interior, para encontrar el amor.
La vida moderna divide a las personas según su clase, raza, nivel de seguridad, estatus social, etc. Hay muchas convenciones que les impiden tratarse como a un hermano o una hermana. Parece como si todos estuviéramos en competencia, considerando a los demás más enemigos que amigos.
Todas las personas son hermanos
A alguien le gusta esta situación, mientras que otros se esfuerzan por vivir de manera diferente, tratando de amar a todas las personas, independientemente de factores objetivos y subjetivos. Pero es muy difícil tener éxito, ya que el ego a menudo se incluye en el trabajo de la conciencia, que dicta ciertas reglas de comportamiento en el entorno social.
Para amar a todas las personas, debemos recordar siempre que somos uno. Tenemos un creador común. No importa cómo lo llames: la naturaleza, Dios, el Absoluto, el Creador. Somos bayas del mismo campo y no solo debemos amarnos, sino también respetarnos.
La filosofía oriental afirma que todas las personas están conectadas por hilos invisibles de energía e información. En un nivel profundo, podemos sentir lo que está sucediendo en el alma de otra persona, captar sus pensamientos.
Durante mucho tiempo se ha notado que si alguien en la compañía bosteza, la mayoría de los presentes también comenzarán a bostezar. Esto sugiere que existe una conexión invisible entre las personas. ¿Cómo no amar a aquellos con quienes está firmemente conectado? Es como no amarte a ti mismo.
El autodesprecio, el autorrechazo dan lugar a una actitud negativa hacia los demás
Solo el que se trata mal, no se acepta como es, muestra rechazo hacia los demás. El estado interno se expresa en manifestaciones externas. Cuando una persona comienza a amarse a sí misma como parte de la sociedad, el universo, comienza a expandirse internamente, dejándose enamorar sin marcos y limitaciones.
Tienes que intentar amarte tanto a ti mismo que comience un exceso de amor. Pero esto no es amor egoísta. Es el amor propio como parte de un todo. Del exceso de tal amor brotará un torrente de ternura y respeto por los demás, que crecerá constantemente, trayendo armonía con él.
Así es como una persona puede amar a todas las personas, independientemente de su género, raza, estatus social, grosor de la billetera y otros factores. Un algoritmo muy sencillo, pero que no es tan fácil de implementar. El ego nacido en la infancia siempre intenta ralentizar el proceso de acumulación de amor, ya que protege la autoconciencia humana de conectarse con el mundo entero. Una vez que lo agitas un poco, puedes sentir cómo intenta identificarse con otras personas.